LaTE-EnsoñArte-CoCrear. ES HOY (9/04). Clase "El yo y el a" del Seminario 14 "La lógica del fantasma". Interviene Yolanda Cogolludo, Más uno (+1) Cristina Jarque.

Esta clase es del 25 de enero de 1967. Lacan introduce una visión más compleja de la constitución del sujeto, el yo, y el objeto a, mostrando cómo estas nociones están relacionadas en una lógica de falta y deseo que es fundamental para comprender la estructura del inconsciente y el funcionamiento de la subjetividad. Lacan hace un enfoque clave sobre cómo el yo no manda en su propia casa ya que es un producto del Otro, es decir, de la imagen que el sujeto reconoce en el espejo. La imagen del yo es solo una imagen reflejada que promete la unidad y la totalidad, pero que, en realidad, es una ilusión que se mantiene sobre la falta y la fragmentación inherente al sujeto. Este yo, entonces, está marcado por la alienación y es siempre una construcción incompleta.  Lacan explora que la identificación con la imagen en el espejo es una identificación idealizada. Esta imagen produce una sensación de júbilo en el sujeto porque siente que corresponde a una totalidad, sin embargo no es así. La imagen especular es una construcción que busca ocultar la falta fundamental que subyace a la subjetividad. En esta reunión de estudios veremos que el fantasma es una construcción inconsciente que organiza la vida psíquica del sujeto en relación con la falta y el objeto a. Es a través del fantasma que el sujeto intenta lidiar con su deseo y con la falta inherente a su estructura. El fantasma permite que el sujeto mantenga una forma de "sujeción" a su deseo, estructurando su vida en torno a la búsqueda de ese objeto perdido. Por ello, el fantasma da sentido a las relaciones del sujeto con los demás, con los objetos de deseo, y con su propio cuerpo. De esta manera, el objeto a se convierte en el eje que orienta y organiza la vida psíquica del sujeto, aunque siempre permanece fuera de su alcance, lo que marca la experiencia humana con una permanente sensación de insatisfacción. El objeto a es cualquier cosa que el sujeto experimenta como deseada pero que nunca puede ser completamente satisfecha, y los ejemplos del pecho, las heces, la mirada y la voz son solo algunas de las formas que este objeto puede tomar. Estos objetos, más que ser cosas concretas, son construcciones simbólicas que surgen a partir de las experiencias de separación, frustración y deseo que configuran la vida psíquica del sujeto.

 


 

"Entre hojas muertas: el legado del dolor materno". Dra. Cristina Jarque.

 

"Entre hojas muertas: el legado del dolor materno".
Dra. Cristina Jarque
En mi libro “La madre estrago” trabajo la idea del legado del dolor materno desde madres que, en lugar de sostener simbólicamente al hijo, lo invade, lo devora psíquicamente, o lo atrapa en un deseo no tramitado, haciendo imposible su separación y su subjetivación. Tomando esa perspectiva, quiero hacer una reflexión a partir de una película francesa de 2024, que he tenido la oportunidad de ver ayer. La película se llama “Cuando cae el otoño” y me ha parecido incisiva y profunda.
“Cuando cae el otoño” ha sido dirigida por François Ozon. El personaje de Michelle encarna, de manera conmovedora y trágica, la noción de la madre-estrago que llevo investigando y desarrollando desde hace más de 30 años. Es una madre cuyo deseo no está mediado por la ley simbólica, sino que se desborda e invade la vida de su descendencia. Michelle, aunque amorosa y llena de buenas intenciones, es percibida por su hija Valérie como una amenaza inconsciente, no solo por su pasado como prostituta, sino porque su deseo vital (su energía, su necesidad de ser amada, su independencia) nunca fue claramente limitado. La posición de la madre con la castración es complicada, con lo cual el campo de lo real invade su vida y sobre todo, invade su maternidad en forma de goce mortífero, obsceno y feroz. En este contexto, la madre no es solo objeto de amor o rechazo: es un poder que arrastra y deja marcas imborrables. Valérie, atrapada entre la necesidad de reconocimiento materno y el horror ante ese deseo incontrolado, responde con un rechazo feroz, intentando cortar de raíz el lazo que siente como opresivo y que la angustia. La película pone en escena cómo la madre-estrago no necesita actuar de manera violenta o explícitamente dañina: basta con la falta de límites claros entre madre e hija para generar un efecto devastador en la constitución del sujeto. Esta película puede ser abordada desde una lectura cruzada entre Freud, Lacan y la noción de madre-estrago, para pensar cómo la maternidad, lejos de ser un refugio seguro, puede convertirse en el escenario de un drama psíquico imposible de resolver, a menos que, el sujeto tenga el privilegio de ir al diván.
 

 

Suicidio por Dra. Cristina Jarque.

 

SUICIDIO.
“En medio del odio me pareció que había dentro de mí un amor invencible. En medio de las lágrimas me pareció que había dentro de mí una sonrisa invencible. En medio del caos me pareció que había dentro de mí una calma invencible.
Me di cuenta, a pesar de todo, que en medio del invierno había dentro de mí un verano invencible. Y eso me hace feliz. Porque no importa lo duro que el mundo empuje en mi contra, dentro de mí hay algo mejor empujando de vuelta”.
Albert Camus
Hay quien dice que un suicidio afecta íntimamente por lo menos a tres generaciones. En España el suicidio es la primera causa de muerte no natural. Las últimas estadísticas en España, hablan de 4000 suicidios por año. Camus decía que no hay más que un problema filosófico verdaderamente serio y ese es el suicidio. Nietzsche decía que la idea del suicidio nos ayuda a pasar bien más de una mala noche.
El psicoanálisis descubre que la tendencia suicida de los seres humanos está presente toda la vida. La mirada psicoanalítica se convierte en la posibilidad de poner palabras a uno de los temas más enigmáticos de la existencia humana.
Lacan sitúa esta tendencia en la fase de miseria original HILFLOSIGKEIT (que es el desamparo a nivel de la desolación radical) que va del trauma del nacimiento al trauma del destete y que perdura como una huella de un trauma primitivo esencialmente suicida. Podemos observar que en algunos casos, cuando el suicida sobrevive o cuando deja una carta que intenta explicar su acto, se logra que el mismo sujeto sea quien hable de esta experiencia que resulta siempre intransferible y difícil de explicar, incluso para el mismo suicida, mucho más para lo seres queridos que se quedan vivos llenos de incógnitas. Cuando el suicida no sobrevive y tampoco hay carta, el legado entre sus seres cercanos es de mayor confusión y enigma.
Se intenta transmitir algo de lo que llamamos “la mirada del suicida” y “la mirada de su entorno”, yendo de lo universal a lo particular. Hace poco la comunidad psicoanalítica se vio alterada por la noticia del suicidio de un colega.
El colega en cuestión dejó escrita una carta que en un principio parecía dirigida solamente a algunos amigos cercanos, yo entre ellos, pero después, por alguna “causalidad” se hizo pública y todo mundo tuvo acceso a ella. Es posible que esa carta haya tenido lugar de testimonio y haya podido arrojar luz a lo que llamamos “la mirada del suicida”. Lo que es un hecho, es que recibí varios mensajes privados de colegas amigos que me comentaban lo que habían sentido en relación al suicidio de esta persona que había marcado las vidas de muchos de nosotros. Hubo quienes me dijeron que sentían una aceptación al acto, había en sus palabras comprensión y amor, decían que había sido un acto de valentía.
Otros estaban perplejos, llenos de incertidumbre, dudas, cuestionamientos.
Decían lo opuesto, que había sido un acto de cobardía.
La clínica nos enseña que esto es lo que ocurre ante el acto del suicido: hay quienes están en pro y hay quienes están en contra. No obstante, es cierto que todos los sujetos se cuestionan en algún momento el sentido de sus vidas y en algunos casos se plantean la posibilidad de poner fin a su existencia.
A veces ocurre en la vejez que es una etapa donde se realiza un balance sobre la vida, el sujeto puede sentirse solo, desamparado y no encontrar sostén ni deseo de seguir viviendo. Otras veces ocurre en el inicio de la adolescencia cuando el sujeto tiene que asumir la responsabilidad de su subjetividad separándose de la familia. Muchos suicidios se dan en sujetos melancólicos. Freud escribe en “Duelo y melancolía” que el melancólico introyecta el objeto y esto trae como consecuencias tendencias sádicas que recaen sobre el yo y que pueden llevar al suicidio.
Lacan en la conferencia de Ginebra dice que muchos hijos no deseados suelen suicidarse y habla de que en la melancolía hay un deseo puro que tiene tendencias a la inmortalización y eso solo puede darse en la muerte. Por ello el suicidio melancólico es una certidumbre de goce.
Cuando alguien importante muere, el melancólico sabe a quién ha perdido pero no sabe lo que ha perdido. Eso que ha perdido es a sí mismo pues al desaparecer alguien cuya falta colmaba, quien desaparece es su propio ser y esto puede desencadenar el pasaje al acto. El pasaje al acto es una salida de escena, el acting-out en cambio es una manifestación dentro de la escena que se dirige al otro. En mi opinión, el psicoanálisis apunta a la vida. Un recorrido analítico puede ayudar a alguien a saber qué hacer con la vida.
Saber qué hacer para no suicidarse. El amor puede poner un freno a la acción de la pulsión de muerte mediante la construcción del fantasma posibilitando la vía del deseo.
 

 

Newsletter LaTE abril 2025.





















 

Quiero expresar mi gran agradecimiento, tanto a Ana María García (una de las trece poetas hispanohablantes actuales más reconocidas a nivel munidal) como a la comisión de escritoras del PEN internacional del Perú. Ayer he recibido un texto escrito por Ana María García que me ha conmovido y emocionado profundamente. Este texto lo vamos a publicar en la Newsletter de LaTE de abril, pero quiero compartirlo también aquí. Gracias de todo corazón 💓

 

Visita de Cristina Jarque en marzo a Lima.
Ana María García.
El viernes 21 de marzo a partir de las cinco de la tarde tuvo lugar un acontecimiento muy especial. La protagonista de este acontecimiento, que podríamos tildar, entre otros muchos adjetivos (todos superlativos, por cierto) fue Cristina Jarque. Cristina iba a hacernos un regalo exquisito. Ella vino desde Toledo, donde vive, para ofrecernos una de sus interpretaciones más valiosas del monólogo, por ella escrito, sobre la persona de Sissi Emperatriz. Como sabemos, ella ideó estos monólogos para ayudar (ayudar es su esencia) a que toda persona fuera capaz de aproximarse, de manera sencilla al mundo confuso y atrayente del inconsciente y, de alguna manera dispusiera su espíritu y su conciencia para descubrir, a través de estos personajes, algo de su propio psiquismo. Años atrás, Cristina nos había contagiado de ese entusiasmo que la caracteriza y nos habíamos atrevido a hacer también nuestros Monólogos contra la violencia, como ella los ha llamado. Aquí en el Perú tuvimos varias puestas en escena en diferentes escenarios y con mucho éxito. Luego, en tiempos de pandemia, ganamos una de las ayudas que ofreció el Ministerio de cultura. De eso han pasado algunos años y recibir a Cristina, después de tanto tiempo nos llenaba de ilusión. Algunas de las participantes de entonces, algunos de los espectadores, que nos habían visto antes y otras amistades nos reunimos, llenos de expectativas para verla nuevamente.
La interpretación de Cristina colmó y superó nuestras expectativas. Sus palabras y la forma de decirlas, con sus gestos y ademanes, el tono de su voz, los altos y los bajos, y el contenido de su monólogo nos movió la imaginación, a tal punto que nos permitió ver, como en una película, la historia de Sissi y aproximarnos a sus angustias y afanes constantes en su camino hacia su libertad. En el caluroso aplauso íbamos agradeciendo cómo una interpretación de tal calidad nos había tocado infinitamente.
En la sala se sentía un solo latido, una emoción general exaltación y entusiasmo, de gratitud y reconocimiento, de manera profunda y sencilla se nos había transmitido un don. Todos dejamos de lado cualquier sombra para hacerla luz y amor. Cómo si todos hubiéramos resucitado a la esperanza.
Gracias Cristina.