Esta clase es del 25 de enero de 1967. Lacan introduce una visión más compleja de la constitución del sujeto, el yo, y el objeto a, mostrando cómo estas nociones están relacionadas en una lógica de falta y deseo que es fundamental para comprender la estructura del inconsciente y el funcionamiento de la subjetividad. Lacan hace un enfoque clave sobre cómo el yo no manda en su propia casa ya que es un producto del Otro, es decir, de la imagen que el sujeto reconoce en el espejo. La imagen del yo es solo una imagen reflejada que promete la unidad y la totalidad, pero que, en realidad, es una ilusión que se mantiene sobre la falta y la fragmentación inherente al sujeto. Este yo, entonces, está marcado por la alienación y es siempre una construcción incompleta. Lacan explora que la identificación con la imagen en el espejo es una identificación idealizada. Esta imagen produce una sensación de júbilo en el sujeto porque siente que corresponde a una totalidad, sin embargo no es así. La imagen especular es una construcción que busca ocultar la falta fundamental que subyace a la subjetividad. En esta reunión de estudios veremos que el fantasma es una construcción inconsciente que organiza la vida psíquica del sujeto en relación con la falta y el objeto a. Es a través del fantasma que el sujeto intenta lidiar con su deseo y con la falta inherente a su estructura. El fantasma permite que el sujeto mantenga una forma de "sujeción" a su deseo, estructurando su vida en torno a la búsqueda de ese objeto perdido. Por ello, el fantasma da sentido a las relaciones del sujeto con los demás, con los objetos de deseo, y con su propio cuerpo. De esta manera, el objeto a se convierte en el eje que orienta y organiza la vida psíquica del sujeto, aunque siempre permanece fuera de su alcance, lo que marca la experiencia humana con una permanente sensación de insatisfacción. El objeto a es cualquier cosa que el sujeto experimenta como deseada pero que nunca puede ser completamente satisfecha, y los ejemplos del pecho, las heces, la mirada y la voz son solo algunas de las formas que este objeto puede tomar. Estos objetos, más que ser cosas concretas, son construcciones simbólicas que surgen a partir de las experiencias de separación, frustración y deseo que configuran la vida psíquica del sujeto.